CLASES DE RITMOS

 

 

 

 


La Bachata

La bachata es una música popular bailable originaria de la República Dominicana. Se considera un híbrido del Bolero (sobre todo el bolero rítmico) con otras influencias musicales como son el pasillo, el huapango, y el Son Cubano, entre otros.

En el pasado reciente, era desdeñada como música de las clases bajas, y era conocida como "música de amargue". Apenas era escuchada en las estaciones de radio (con excepción de unas pocas). Pero el interés surgió a partir de los años 80, con la expansión de los medios masivos de comunicación, con el auge del turismo, y con el esfuerzo de algunos compositores que vieron que había surgido un género diferenciado de expresión de lo popular. Autores como Juan Luís Guerra y de Víctor Víctor en los años 90, y de Luís Días en los 80, aportaron una visión diferente que articulaba esta expresión musical con lo urbano marginal. La expansión del turismo en República Dominicana a partir de los 80, le hizo ganar popularidad, y la convirtió en un género que ha penetrado todos los estratos y espacios del país e internacionalmente.

El llamado bolero rítmico latinoamericano de los años 30 al 50 penetró en el gusto popular de los dominicanos. Estos boleros se mezclaron con otras expresiones latinoamericanas que fueron muy populares en los años 50 en Dominicana (el corrido mejicano, el hupango, el bolero cubano, el pasillo, el vals, entre otros), y fue el cante de autores y cantantes como Julio Jaramillo y Olimpo Cárdenas (de Ecuador); Paquitín Soto, Odilio González (El Jibarito de Lares, el Gallito de Manatí, José Antonio Salamán, Felipe Rodríguez y Daniel Santos (de Puerto Rico); Rolando Lasserie, Bienvenido Granda, Orlando Contreras, Celio González, Orlando Vallejo y Antonio Machín (de Cuba); Guthie Cárdenas, Luís y Tony Aguilar, y Cuco Sánchez (de México); y Felipe Pirela (de Venezuela) quienes inspiraron a músicos populares como José Manuel Calderón, Tomy Figueroa, Inocencio Cruz, y Rafael Encarnación, para articular una expresión propia de la República Dominicana de los años 1960.

La música de José Manuel Calderón fue popular no sólo por sus hermosas letras sino también por su gran fuerza interpretativa y por el sentimiento que transmitía en sus canciones. Calderón acumuló muchos éxitos en su carrera tales como "Serpiente Humana", "Luna", "Sálvame" y otros más. En esta época, Rafael Encarnación cautivó

 

 


a los amantes de este ritmo, pero su carrera fue acortada por su fallecimiento en un accidente de Transito, que tan sólo duró menos dos años en el medio artístico.

Puede pensarse que en esta primera etapa, la Bachata era una música marginal. Sólo escuchada en los llamados cabarets o prostíbulos. Sin embargo, constituía parte de una maquinaria cultural que estaba apoyada por una casa disquera local que poseía también una emisora de carácter nacional: La Guarachita. Esta empresa fomentó y difundió esta música para consumo de esos grupos sociales marginales, emigrantes del campo a la ciudad y que con la caída de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, desató la población sub-urbana en las ciudades dominicanas.

Una segunda etapa parece estar referida a la aparición de una segunda generación de cantantes que estaban promovida por esta productora. Fue así como surgieron voces como las de Luís Segura, Mélida Rodríguez ("la sufrida"), y Leonardo Paniagua, los cuales constituyen parte de una expresión que tuvo auge en los años 70 y 80, cuando declinan a favor de las expresiones más refinadas de la bachata, utilizando instrumentación electrónica, fusiones con otras expresiones modernas de la música (como las experimentaciones de Luís Días con otros ritmos caribeños y dominicanos).

Luís Segura se podría llamar el padre de la esta segunda etapa. Su éxito "pena por ti" a principio de los 80, abrió otra página en la historia de este ritmo. Esa canción aumentó la popularidad de un ritmo que no tenía la acogida necesaria para convertirse en una expresión con méritos propios. A partir de este éxito, se le despojó a esta expresión musical el aura de vergüenza que generaba en clases no populares.

Una tercera Etapa parece estar constituida por el surgimiento de formas digitalizadas para grabar la bachata, la introducción de otros aires e instrumentos, y un nuevo sentido de la lírica, cuyas letras no acentuaban, como en las etapas anteriores, el doble sentido erótico sexual, la insinuación de un imaginario basado en lo concreto, sino en una procura de versos más poéticamente elaborado, con imágenes literarias más refinadas, aunque sin dejar de apelar al sentido que le había dado origen: las expresiones de amor-desamor; la nostalgia y la propuesta de estilos de vida donde la mujer es fuente originaria del amor y del deseo.

En esta etapa, la Bachata se internacionaliza, y cobra un auge inaudito. Desaparece por completo La Guarachita y su emisora. Aparece la figura del empresario y el

 

 

 

 


promotor artístico internacional, y los artistas de la bachata se convierten en los ídolos de multitudes. Voces como Teodoro Reyes, Joe Veras, Luís Vargas, Anthony Santos, Yóskar Sarante, Raulín Rodríguez, Zacarías Ferreiras, entre otros, forman la legión de las nuevas estrellas del género. Aparecen los dúos (Monchy y Alexandra), y los grupos (Grupo Aventura), que son parte de la nueva generación de artistas, algunos de ellos no-nacidos en República Dominicana.

La Bachata, reproduce el mismo espíritu melancólico, nostálgico y de animosidad amorosa de otras expresiones musicales latinoamericanas como el llamado tango-canción de los barrios porteños de Buenos Aires, donde se combinaba la animosidad pasional (amor-desamor) con la nostalgia del emigrante. Al igual, en la Bachata conocemos de esta nostalgia en la expresión musical debido al hecho de que esto coincidió con el período de mayor auge de la cultura sub-urbana proveniente de la migración rural-urbana a partir de 1961. En ese período se le conoció como "Música de Amargue" por ese sentido nostálgico que evocaba.

En las primeras etapas, buena parte de los artistas musicales nacionales rechazaban la bachata como género o estilo musical, pero en la actualidad artistas de renombre han incursionado en dicho género grabando bachatas e interpretándolas en concierto.

 

EL BOLERO

 

El ritmo del bolero es de un compás de cuatro tiempos. En el primer tiempo la pareja, uno frente a otro y con los cuerpos pegados, solo mueve la pelvis, en el segundo da un paso rápido, en el tercero también, y en el cuarto da un paso lento; todo esto mientras se gira lentamente hacia la izquierda. Esta forma de bailar tan simple lo hizo popular en todo el mundo, en todos los ambientes y entre todas las clases sociales.

Desde sus orígenes el bolero se convirtió en uno de los géneros musicales más difundidos en América Central y del Sur. Sus letras románticas de amor y desamor le dan un carácter sentimental.

El bolero es un género musical bailable de tiempo lento nacido en Cuba a finales del siglo XIX heredero del bolero español, pero con sus propias características musicales.

En España el bolero era un baile típico gitano nacido en el siglo XVIII procedente de la seguidilla en el que la melodía se acompañaba con guitarras, cajas de madera y palmas.

Al llegar a Cuba se fusiona con influencias y ritmos africanos del Caribe dando como resultado el bolero tradicional cubano con acompañamiento de guitarras (de influencia hispana) y bongos (influencia africana), con un ritmo más parecido danzón y a la habanera

El bolero llega a América a comienzos del siglo XIX con una compañía de baile española llegada de Cuba. A partir de 1810 éste comienza a alejarse de sus orígenes y en 1815 ya se ha dado lugar a un bolero diferente, que fue modificándose hasta llegar al género actual.

En América durante este siglo, la Romanza, una canción de origen francés, también influye en el bolero. En 1832 se abre en La Habana una Academia para la enseñanza para convertirlo en algo propio. Uno de los primeros boleros bien definidos fue el compuesto por el trovador cubano Pepe Sánchez en 1885, que lleva el título de Tristezas.de este baile, que ya para entonces estaba completamente deformado de su origen español.

El bolero típico cubano surge definitivamente alrededor de 1840 ya que, sobre todo a raíz de la dominación española, los cubanos aprendieron a modificar lo extranjero.

A finales del siglo XIX el bolero ya va determinando sus formas y estructuras. Algo más tarde nace el bolero bailable, que se desarrolló del todo en 1927 gracias a la influencia de un trío cubano.

A partir de 1920 el bolero tradicional va fusionándose con otros géneros caribeños como el son, el danzón, la guaracha, el mambo y el cha-cha-cha dando lugar a múltiples variedades como el bolero rítmico, el bolero cha-cha-cha, el bolero mambo, la bachata, el bolero ranchero y el moruno hasta el actual, lo que provocó su enorme éxito en todo el mundo.

En 1950 el bolero experimentaba su máximo esplendor de mano de compositores como Agustín Lara. El aislamiento cultural de América Latina en los años cercanos y posteriores a la Primera Guerra Mundial contribuyó a mantener en auge el bolero, que fue desarrollándose. Pero a partir de la Segunda Guerra Mundial, Latinoamérica deja de estar aislada culturalmente y comienza a integrarse y a recibir influencias del resto del mundo, provocando la decadencia del bolero y la pérdida de interés comercial hacia éste. Más tarde, muchos intentaron volver a popularizarlo como Danny Rivera hacia 1970, o Luís Miguel, más recientemente, que ha conseguido adaptarlo a los nuevos tiempos.

 

                          El  CHA-CHA-CHA

 

El chachachá es un ritmo y un sonido que con más de cuarenta años de vida se mantiene más que saludable, lleno de vida y energía. Con un vigor que sólo puede dar el ritmo cálido y apasionado del trópico.

 

 

El chachachá como todo género realmente popular no nació de la nada. Se originó como un proceso de evolución y de experimentación de Enrique Jorrín con el danzón. Durante sus años mozos, lo único que Jorrín componía eran danzones, que al principio respetaban todos los cánones musicales propios del género pero que después, poco a poco, se iban permitiendo pequeños cambios que los acercaban cada vez más al chachachá. Una de las más importantes fue la conformación de un trío de cantantes que entonaban al unísono el tema de la composición y que le darían ese tono tan característico al nuevo género.

El nombre con el que originalmente Enrique Jorrín llamó a sus experimentos fue               neodanzón. No era evidentemente un nombre muy atractivo, pero nos habla de lo que el compositor pensaba de su nueva creación. Lo que Enrique Jorrín componía, según él, no eran sino danzones que su creatividad modificaba. El nombre que todos conocemos nació con ayuda de los bailadores, cuando al inventarse el baile que se acoplaba con el ritmo, se descubrió que los pies marcaban un sonido peculiar al rozar el suelo, precisamente en tres tiempos seguidos, cha - cha - chá, y de ahí, de ese sonido, nació, por onomatopeya, el nombre que despierta en todo el mundo las ganas de mover los pies, el chachachá.

La instrumentación del chachachá originalmente fue retomada del danzón que en Cuba se toca con una agrupación musical llamada Charanga Francesa, herencia musical de las emigraciones debidas a la guerra de independencia de Haití. El chachachá comenzó a crear sus propias imágenes y mitos gracias al trabajo de múltiples compositores principalmente cubanos y mexicanos que contribuyeron a ello.

La instrumentación básica consiste, además de las sección rítmica compuesta habitualmente por la percusión, el piano y el bajo, en una sección de cuerdas que traza un colchón armónico y rítmico sobre el que una flauta teje melodías sabrosamente confeccionadas. El auge del chachachá sacó del olvido este tipo de agrupación que ya estaba perdiendo adeptos en la isla dándole un nuevo aire, que dura hasta nuestros días.

 

El chachachá comenzó a crear sus propias imágenes y mitos gracias al trabajo de múltiples compositores principalmente cubanos y mexicanos que contribuyeron a ello.

                                              MAMBO

El estilo musical bailable denominado «Mambo» fue apuntado por el pianista, contrabajista y compositor Orestes López e interpretado por Antonio Arcaño. En la confección de la parte final del Danzón titulado «Mambo», Orestes López utilizó un motivo sincopado, con el que los treseros de Son iniciaban sus montunos.

Sobre este motivo, Antonio Arcaño, director y flautista de la entonces famosa orquesta Las Maravillas de Arcaño (1938) restableció la tradición creada por el flautista Miguel Vázquez «El Moro» de improvisar variaciones de flauta de larga duración. Antonio Arcaño y su orquesta provoca un nuevo clímax que los bailadores desarrollan hacia una euforia indescriptible ya que hasta entonces estaban un poco constreñidos por el patrón rítmico del Danzón. Al enriquecer la percusión de la orquesta con una tumbadora, Arcaño crea definitivamente una nueva modalidad de Danzón, un ritmo nuevo que crea adeptos y enemigos.

Este nuevo ritmo es bautizado cómo Ritmo Nuevo y su parte movida es denominada «Sabrosura» por unos, «Diablo» por otros y «Mambo» por la mayoría. Las Orquestas de Antonio Arcaño, Joseíto Valdés «La Ideal», Orquesta La Unión y la Orquesta Melodías del 1940, son las más populares del momento que comienzan a incluir entre sus números el incipiente Mambo. Ya explicamos como la palabra Mambo se utilizaba en Cuba para definir los cantos rituales aportados por los esclavos Congos y su música Bantú. (Antonio Mora en De Orilla a Orilla)

Elio Orovio escribe en "Música por el Caribe": En 1939 tuvo lugar un hecho histórico que estremeció los cimientos de la música cubana.

 

 

 

El danzón, estrenado por Miguel Failde en 1879, había conocido innovaciones sustanciales, como fue la aportada por José Urfé, en 1910, al introducirle elementos del son oriental, o la posterior de Aniceto Díaz, en 1929, con su danzonete. Pero lo que ocurrió entonces, con el estreno del danzón Mambo de Orestes López, interpretado por la maravillosa orquesta de Arcaño, puede calificarse como detonador del cual salió proyectada, en varias direcciones, nada menos que la modernidad de la música popular de Cuba.

Con la línea musical inaugurada por Antonio Arcaño y sus Maravillas, entraban a nuestro medio sonoro factores rítmicos, melódicos y armónicos que determinarían el cauce posterior. Esos danzones fueron llamados de "ritmo nuevo", y sus melodías presentaban, con su inseparable calidad y originalidad, la adopción de lo mejor de la expresión universal -junto a fragmentos sinfónicos, una muy notable incorporación de trozos derivados del jazz - y, armónicamente, una complejidad y "atrevimiento" que aún hoy, a cincuenta años de distancia, sorprenden.

El padre de la criatura es el estilo sincopado, que estaba en los montunos del añejo son oriental. El acompañamiento del Mambo, de Orestes López, y de aquellos danzones de "ritmo nuevo" creados por sus hermanos Israel y Coralia, Antonio Sánchez, Félix Reina, Enrique Jorrín, se basa, como ha sido dicho, en las figuras rítmicas con que inician sus acompañamientos los treseros de son. La parte básica, en los danzones mambeados, la realizan los violines en pizzicato, el bajo ejecutando un "tumbao" sonero, la percusión subrayando los tiempos fuertes del compás (con la adición de la tumbadora, nunca antes presente en el danzón) y el piano acentuando la síncopa. Por sobre ese andamiaje, la flauta realiza improvisaciones delirantes, a la manera de los solistas de jazz y de son.

Dámaso Pérez Prado toma todos esos elementos, experimenta, y de ahí surgen sistemáticamente, los Mambos que inauguraron mundialmente el género. Rico Mambo, en 1951, fue el primero en popularizarse. Tiene influencias del jazz. En el Mambo en la sección de metales logra cosas extraordinarias con la melodía, la armonía y el ritmo, apoyada por los saxofones, mientras la percusión cubana pone la base necesaria.

 

 

 

 

 

SALSA

La paternidad de la música popular suele ser un asunto de disputa y, en el caso de la salsa, esa afirmación genérica se cumple. No por un afán salomónico, sino con sincera honestidad, nosotros creemos que todos los pueblos y lugares que reclaman para sí el honor de haber alumbrado este género musical hispano que ha conquistado una buena parte del mundo tienen una parte de la razón. Porque, en realidad, el alumbramiento de este género tiene unas raíces largas y profundas que alcanzan a Cuba, Puerto Rico, Venezuela, Colombia y cuyo tronco aflora en Nueva York y Miami.

 

 

 

Sin el ánimo de sentar cátedra, en las líneas siguientes se exponen algunos datos relativos a la trayectoria de la música caribeña que finalmente desemboca en lo que hoy conocemos como Salsa. Vamos a ello.

Antes de retroceder en el tiempo, no está de más hacer una parada breve en la palabra que da nombre al género: Salsa. Existe una cierta reivindicación cubana sobre la denominación. Se basa en que el cubano Ignacio Piñeiro interpretaba en 1933 una canción, Échale Salsita, que, además de introducir la trompeta por vez primera en el son, sirvió para que ese culinario elemento se colara, un poco de rondón, en la música bailable caribeña.

No hay una continuidad entre esa aparición inicial y la utilización de la palabra Salsa como denominación de un determinado género. En realidad, palabras como salsa, azúcar, sabor, pese a ser nombres, se han utilizado en la música caribeña a modo de interjección, como elemento gramatical destinado a poner un acento de expresividad no directamente relacionado con su estricto significado. De esa forma de uso surge el bautismo de una música de hondos orígenes cubanos transformada y reelaborada en los barrios hispanos de Nueva York .

 

 

El entronizar Salsa como la denominación de un género es ante todo un afortunado hallazgo comercial de la discográfica Fania Records al principio de los años 70 en Nueva York. De forma desmitificadora decía Tito Puente en una entrevista que "salsa es lo que yo como con mis espaguetis pero gracias a esa pequeña palabra que no significa nada, todos nosotros hemos sido capaces de encontrar un modus vivendi durante las últimas décadas".

¿Por qué no fue sabor o azúcar o sabroso...? poco importa, lo cierto es que siguiendo los principios más elementales del marketing, empaquetar productos elaborados por músicos mucho menos homogéneos de lo que podría parecer bajo una misma etiqueta, sirvió para que el "consumidor" pudiera reconocer y, cómo no, adquirir lo que se convirtió en un éxito comercial que aún hoy, pasada su fase de producto estrella, sigue siendo muy bien "ordeñado" por las discográficas.

Finalmente, es conveniente resaltar que salsa es básicamente una denominación genérica para ritmos y estilos muy variados. Celia Cruz, la reina de la salsa, decía que

"Salsa es la música cubana con otro nombre. Es mambo, chachachá, rumba, son... todos los ritmos cubanos bajo un único nombre". Aunque la afirmación olvida la influencia de otras naciones como Puerto Rico, Colombia o Venezuela tan importantes en la configuración actual de la salsa, resulta sin embargo certera al describir que la realidad de esta música es variada y heterogénea rítmicamente

 

Hay quien no duda en afirmar que la Salsa es un género musical surgido en Nueva York que se empieza a gestar en los años 60 y vive su momento culminante en la década siguiente. Lo definen como una realidad musical diferenciada surgida en los barrios hispanos de la capital cultural y económica de Norteamérica y, muy especialmente, en la importante comunidad puertorriqueña allí asentada.

Desde el punto de vista factual, esta visión del fenómeno es correcta pero tiene la debilidad de una descontextualización que en nada ayuda a comprender y analizar bien el proceso.

 

 

Es curioso que un fenómeno latinoamericano y de habla española como es la salsa haya tenido su eclosión en Nueva York y de hecho resulta exótico si no se tienen en cuenta las continuadas relaciones musicales entre Estados Unidos y la música del caribe, especial y notoriamente, la música de Cuba.

Tras cuatro décadas de bloqueo norteamericano contra la Perla de las Antillas, resulta casi inesperado descubrir al volver la vista atrás, lo profunda y continuada que fue la relación, no digamos entre ambos pueblos pero si al menos, entre Nueva York y la música cubana.

En los años 40 y 50 durante el apogeo de las big bands norteamericanas, los músicos cubanos muestran una gran porosidad hacia la influencia de sus vecinos del norte. En algunos sones se parafrasean melodías de jazz norteamericanas pero, sobre todo, se reconstruyen las formaciones musicales tradicionales para dar entrada a una sección de viento siguiendo el ejemplo de las bandas de Miller, Basie o Kenton . Las influencias son bidireccionales de modo que nombres tan importantes como Dizzie Gillespie o Charlie Parker introducen percusiones e incluso percusionistas cubanos en sus bandas.